El mundo de los medios de comunicación y el de la
educación caminan hoy de forma paralela: comparten informaciones, a veces se
atraen, otras se ignoran pero es evidente que se necesitan, dados los
contenidos con los que trabajan y al público al que se dirigen. Educación
y comunicación podrían recurrir más a menudo a la simbiosis para conseguir
objetivos comunes. La educación tiene una de sus bases en la comunicación,
mientras que una de las finalidades de los medios es (o debería ser) transmitir
informaciones que generen cambios y determinadas actitudes con ciertas
finalidades educativas. Dos mundos con gran responsabilidad social que han de
contribuir a un planeta mejor. El trabajo en los centros educativos se tendría
que acompañar y completar con aquellas visiones de la actualidad que transmiten
los medios, a través de las cuales se contribuye a formar mejor a todas las
capas sociales y a reafirmar valores imprescindibles para la convivencia
democrática y para la reafirmación de un espíritu crítico ante la realidad.
El mundo de los medios de
comunicación y el de la educación caminan hoy de forma paralela
La educación y la comunicación viven inmersas en medio
de cambios decisivos, motivados por la presencia de las tecnologías de la
información y de la comunicación, por la evolución de la sociedad y por la
necesidad de adaptarse a entornos “líquidos” y en constante evolución. El
paso del diario en papel al digital se puede comparar con la paulatina entrada
en las aulas de los materiales, contenidos y propuestas didácticas en formatos
digitales. Si la adaptación de las empresas editoras (de periódicos y libros de
texto: ambos en papel) a la situación actual es difícil, también lo es el
cometido del profesional de la comunicación y el de la educación. Ambos
observan cómo los nuevos formatos, la actualización constante, las exigencias
del público y la competencia les obligan a estar al día, a replantearse su
forma de trabajar y a estar en una continua fase de aprendizaje. El papel de
los lectores y el de los alumnos cambia y a menudo se solapa, igual que el de
periodistas y profesorado, si de lo que se trata es de enseñar, mostrar,
influir y favorecer cambios en la sociedad. La rapidez, no obstante, también
necesita de la lentitud que dé lugar al análisis del impacto, a la reflexión
sobre metodologías y a la evaluación de los efectos de la vorágine en la que
estamos inmersos.
Las metodologías de trabajo evolucionan y los modelos
definitivos resultan difíciles de precisar en una sociedad tan cambiante como
la digital. Mientras que la profesión periodística observa fenómenos
informativos como el periodismo ciudadano, la capacidad de difusión (y de
intoxicación) de las redes sociales o la multitud de interactuaciones vía
comentarios, notas de voz o mensajes, que le hace reflexionar sobre el papel de
un trabajo que creemos que imprescindible, la profesión docente se replantea el
papel de la escuela hasta ahora y poco a poco se abre a la innovación, al
cambio, a otras formas de enseñar que, a menudo, no son más que actualizaciones
de anteriores movimientos de renovación pedagógica, o el fruto de proyectos
anónimos que se llevan aplicando en muchos centros educativos desde hace años.
Además, le surgen competidores como los cursos MOOC, videotutoriales educativos
y webs para toda clase de contenidos, modelos tipo Khan Academy, enseñanza
colaborativa entre iguales, trabajos y contenidos online gratuitos,
experiencias como las de Sugata Mitra o el movimiento de familias que renuncian
a los centros educativos y educan a sus hijos en casa. En este caso,
también reafirmamos la necesidad del papel docente, adaptado a una
sociedad que le exige abrirse a otras metodologías, a tener en cuenta las
inteligencias múltiples, las competencias, la educación emocional, la
neurociencia, la resilencia, etc.
Introducir la actualidad en las
aulas renueva los aprendizajes y los hace más competenciales, conectados con el
mundo en que viven tanto alumnado como profesorado
Un diario digital o en papel es un libro abierto a la
actualidad con multitud de propuestas para aprender. Introducir la
actualidad en las aulas renueva los aprendizajes y los hace más competenciales,
conectados con el mundo en que viven tanto alumnado como profesorado. Renunciar
a la realidad significa desconectar el aula de la vida tal como fluye. Crear la
necesidad y consolidar el hábito de estar informado es la mejor forma de
construirse como persona.
Los centros educativos han de tener presente la
Literacidad: el conjunto de competencias necesarias para preparar a una persona
para recibir y analizar información en un contexto concreto y ser capaz de
transformarla en conocimiento. Hoy más que nunca se precisa de enseñar
pautas para convivir con la “infoxicación” producida por excesos informativos y
saber discernirla de forma crítica, quién está detrás de los medios, cómo
elaborar contenidos para las redes sociales y la responsabilidad que conllevan,
e incluso hasta conocer la precariedad laboral de la profesión. No se trata de
sentar al alumnado delante del ordenador y pedirle que busque información, sin
más. Detrás de las pantallas hay un mundo que nos condiciona la mirada.
Hoy más que nunca se precisa de
enseñar pautas para convivir con la “infoxicación” producida por excesos
informativos
El papel de profesorado como guía en la competencia de
aprender a aprender es fundamental. La variedad de opiniones, los titulares
sensacionalistas, el contraste de noticias, los contenidos multimedia, los
nuevos formatos, los diversos enfoques de los medios sobre las noticias también
sirven para aprender y se han de convertir en una apuesta para trasladar a la
práctica: generar informaciones, practicar idiomas, conocer la actualidad de
otros países, elaborar programas, interactuar, consolidar una visión amplia y
flexible de la realidad, que a menudo es mucho más compleja de lo que a simple
vista nos parece.
Periodistas y educadores, dos profesiones con grandes
semblanzas y responsabilidades, dos mundos paralelos que convergen en
objetivos que se cruzan.